| Por: Gearóid Ó Loingsigh |
En la primera parte de este artículo miré la reacción de los comentaristas al atentado del ELN en Arauca y terminé diciendo que las ideas y las propuestas, los programas políticos eran más importantes. Todos quieren discutir la violencia, pero no la propuesta de los violentos, si es que la tienen, si es que la que tienen y si es adecuada y corresponde a las necesidades de las clases populares. Ahora quisiera abordar las propuestas del ELN en el marco del proceso de paz con referencia a las FARC y demás guerrillas que poblaron a Colombia e incluso el mundo.
Cuando se fundaron las FARC, lanzaron su programa agrario, que más que un programa era una lista de demandas cortas, pero acertadas y dirigidas a los campesinos. Las FARC reafirmaron su programa agrario y lo actualizaron en 1993 en su octava conferencia. Hay críticas que se pueden hacer del programa pero no de su audacia. Promulgaron sin titubeos que
PRIMERO: A la política agraria de mentiras de la oligarquía, oponemos una efectiva Política Agraria Revolucionaria que cambie de raíz la estructura social del campo colombiano, entregando en forma completamente gratuita la tierra a los campesinos que la trabajan o quieran trabajarla, sobre la base de la confiscación de la propiedad latifundista en beneficio de todo el pueblo trabajador.
La Política Agraria Revolucionaria entregará a los campesinos favorecidos por ella, la ayuda técnica y de infraestructura, herramientas y animales de labor para la debida explotación económica de la tierra. La Política Agraria Revolucionaria es condición indispensable para elevar verticalmente el nivel de vida material y cultural de todo el campesinado, librarlo del desempleo, el hambre, el analfabetismo y las enfermedades endémicas que limitan su capacidad de trabajo; para liquidar las trabas del latifundismo y para impulsar el desarrollo de la producción agropecuaria e industrial del país. La Política Agraria Revolucionaria confiscará las tierras ocupadas por compañías imperialistas norteamericanas (la negrilla no es del original) a cualquier título y cualesquiera que sea la actividad a la que estén dedicadas.[1]
Tierras gratuitas, confiscación de propiedad latifundista y compañías imperialistas, son términos que no hemos escuchado desde hace mucho tiempo. Obviamente, las FARC no lograron negociar ese programa con el Estado, ni lo intentaron. Cuando llegaron a la mesa de diálogo no tenían la fuerza suficiente para exigir ni una mínima parte de eso. Se entiende que una fuerza derrotada no logró imponer su programa agrario. Pero ese no es el problema. El problema es que abandonaron por completo las demandas políticas de ese documento. Ya no argumentan a favor de la expropiación de tierras de nadie. Por supuesto, las FARC o el Partido de los Comunes como se hace llamar hoy en día, no van a pedir la confiscación de las tierras de los ricos y si desaparece de la agenda del debate, menos. Empero, es una demanda simple y necesaria.
Cuando las FARC y el ELN se sublevaron en armas en 1964, la burguesía colombiana tenía en sus manos cinco millones de hectáreas en fincas mayores a 500 hectáreas, y ahora según un informe de Oxfam
…el 1% de las UPA (Unidades Productivas Agrícolas) acaparan 73,78% de las tierras productivas del país. Dicha cifra no incluye los territorios indígenas. Si miramos a las UPA mayores de 2.000 hectáreas encontramos que “representan el 0,1% del total (2.362 explotaciones), en promedio tienen 17.195 hectáreas de tamaño y ocupan casi el 60% del área total censada (40,6 millones de hectáreas, o el 58.72%).”[2]
Esa exigencia de confiscación es más necesaria ahora que antes. Que no se pudo negociar eso con el Estado no es razón para dejar de exigirlo. Pero las FARC ya se acoplaron al poder y las reglas de juego capitalista. Valga decir que no están solos en eso, muchas organizaciones campesinas también lo han aparcado como demanda, y más bien hablan de una reforma agraria impulsada por el mercado etc. o proyectos financiados por la cooperación internacional.
El ELN por su parte tenía una formulación parecida a la de las FARC en sus Principios Programáticos del ELN.
2.- Una auténtica revolución agraria que contemple la eliminación del latifundio, el minifundio y el monocultivo; realice una distribución justa y técnica de la tierra a los campesinos que la trabajan, otorgue créditos, aperos, abonos, semillas y herramientas de trabajo a los agricultores, impulse la mecanización y la tecnificación de la agricultura, creación de organismos adecuados de distribución que elimine los intermediarios, especuladores y acaparadores, asegure la asistencia médica y educacional a los campesinos así como el desarrollo del sistema de riego, de electrificación, de viviendas adecuadas y adecuadas vías de comunicación. Se confiscarán los latifundios de propiedad de terratenientes (negrilla no es del original) y se respetarán las propiedades que beneficien la economía nacional, se fomentará la creación de cooperativas de producción, distribución y consumo y de granjas estatales, planificación de la producción agropecuaria buscando la diversificación de los cultivos y el desarrollo de la ganadería.[3]
Eso se declaró en sus primeros años (1965) pero aún es vigente, salvo por el último punto sobre el desarrollo de la ganadería. Una vez más, valga repetir que el ELN no va a negociar la confiscación de los latifundios, no están en una posición de exigirlo, pero sí pueden y deben mantenerlo vivo como una demanda política, que no sea que ellos, como muchas organizaciones campesinas, el presidente Petro, el Pacto Histórico y los países garantes del proceso con ellos ya lo consideran algo pasado de moda.
La realidad es que es una demanda tímida, formulada cuando ni las FARC ni el ELN hablaban tanto de socialismo. Es una demanda democrática, burguesa. Tanto que en la misma época hasta la iglesia católica apoyó alguna versión de una reforma agraria. Defendió la propiedad privada por supuesto, pero también la pública y una reforma agraria, aunque con indemnización. El papa católico Giovanni Battista Montini, alias Pablo VI, en Gaudium et Spes argumentó a favor de buenos sueldos para los trabajadores rurales, educación, ayuda y afirmó que
En muchas regiones económicamente menos desarrolladas existen posesiones rurales extensas y aun extensísimas mediocremente cultivadas o reservadas sin cultivo para especular con ellas, mientras la mayor parte de la población carece de tierras o posee sólo parcelas irrisorias y el desarrollo de la producción agrícola presenta caracteres de urgencia... Son, pues, necesarias las reformas que tengan por fin… el reparto de las propiedades insuficientemente cultivadas a favor de quienes sean capaces de hacerlas valer.[4]
Así, si lo puedo pedir la iglesia católica, ¿Por qué son tan tímidos ahora las guerrillas y las organizaciones sociales? La reforma agraria no era la única demanda histórica del ELN ni tampoco del movimiento social. Tenían muchas demandas en educación y salud, y a pesar del paso del tiempo (60 años), sus demandas en esos temas siguen vigentes. Su punto seis sobre salud, no requiere ningún cambio ni actualización y es más atrevido e idóneo que los intentos de cambios, realmente cosméticos, por parte de Petro. Dice mucho del Estado colombiano que una guerrilla hizo demandas hace 60 años que son vigentes aún. En cuanto a la industria, el punto tres afirmó:
3.- Desarrollo económico- industrial mediante la protección de la industria nacional, el impulso de la industria semipesada, la confiscación de los intereses imperialistas y de las oligarquías traidoras a la patria, se protegerá a los pequeños industriales y comerciantes no especuladores, mediante una planificación científica, se buscará la diversificación de la industria y el desarrollo de una economía industrial basada en nuestros propios recursos que garantice la plena utilización de nuestra mano de obra. Nacionalización efectiva del subsuelo y de su explotación en beneficio de la economía nacional. Elaboración de un plan de electrificación, irrigación y aprovechamiento de los recursos hidráulicos del país.[5]
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El subsuelo ya es de la nación, pero se explota en beneficio de empresas extranjeras. Camilo Torres cuando era dirigente del Frente Unido antes de entrar a las filas del ELN propuso algo parecido y puso como condición que en cualquier explotación petrolero con empresas privadas que la participación del Estado no sea inferior al 70%. ¿Quién pide eso hoy en día?
Parece anacrónico citar textos de hace 60 años para hablar de los problemas de hoy y más aún de un proceso de diálogos entre la última insurgencia que queda en pie y el Estado colombiano. Incluso parece anacrónico pedir que sean demandas actuales del ELN y también de los movimientos sociales. Hace años que los movimientos sociales dejaron de abogar por la nacionalización o por la confiscación de bienes de empresas grandes o extranjeras. Es cierto, PARECEN anacrónicos, pero no lo son. Primero debemos tener claro porque parecen serlo antes de argumentar que son vigentes.
· Primero: las organizaciones sociales en Colombia sufrieron muchas derrotas, la mayoría a punto de bala y motosierra e incontables asesinatos de sus dirigentes.
· Segundo: esas organizaciones, parcialmente en respuesta a eso, suavizaron su discurso bajo presión de la Unión Europea, los EE.UU. y nuestros queridos intelectuales y funcionarios de las organizaciones sociales.
· Tercero: esas organizaciones sociales hoy en día dependen, en parte, de los fondos de cooperación internacional y toca suavizar el discurso para recibir fondos, aunque no todas lo han hecho. Algunas resisten todavía, pero pocas.
En ese contexto entran los Artetas del mundo, los funcionarios de las ONG y los intelectuales. Todos tienen razón en que el mundo ha cambiado, aunque no por eso se puede afirmar que lo que requiere el mundo haya cambiado. Pues cambia, se actualizan las demandas y el análisis, pero en lo esencial poco ha cambiado. Pero tienen razón en cuanto a lo anacrónico que parecen tales demandas. Pero hay una explicación.
Ellos, sobre todo los intelectuales solían producir análisis, libros, artículos que diseccionaban la realidad nacional y hacían propuestas acordes a las necesidades de los campesinos y obreros, desde su perspectiva. Algunos de ellos eran cercanos o simpatizantes de alguna u otra organización insurgente. Pero ya no. Son simpatizantes del poder y su saldo bancario. Si el discurso público en Colombia ha cambiado, es porque ellos ya no producen lo que antes producían. Es anacrónico porque ellos cambiaron su discurso, dejaron de poner su intelecto al servicio de las clases populares sino a favor de su propia economía escribiendo lo que el poder quiere escuchar. Borrachos en los bares les gusta cantar La Lora Proletaria, sobrios en los cafés les gusta citar a Marx, Camilo, y al Che, “sean realistas, exigen lo imposible” pero lo único imposible que exigen hoy en día son sus sueldos, son imposibles para la inmensa mayoría de la población colombiana. Ellos son parte de la razón por la cual hay discursos necesarios que parecen ser desfasadas.
El movimiento popular no tiene la culpa de que los intelectuales se entregaron al capitalismo. Pero sí tiene la culpa que no quiere enarbolar las banderas necesarias de la reforma agraria etc. El ELN no tiene la culpa de que los intelectuales y muchas organizaciones ya no exigen lo necesario. Pero sí tiene la culpa que ellos no lo hagan tampoco. En el marco del proceso no sabemos cuáles son las políticas del ELN, que no es lo mismo de lo que ellos creen que pueden negociar, o eso se espera. Ahora hablan de “democratización de la tierra”, un concepto que toman prestado de Vandana Shiva en la India. Tiene algunas ideas interesantes sobre la ecología, cooperativismo y la lucha por las semillas, pero no es una propuesta anti-capitalista, más bien ella añora una sociedad rural y campesina que ya no existe ni puede existir y no es claro que entiende el ELN por ese concepto.
Así, luego del atentado, toda la discusión, de parte y parte, se centraba en la cuestión militar y no la política. El ELN como un referente político para la sociedad colombiana no existe sino es un punto de referencia respecto a la cuestión de la violencia política no más. Le corresponde al ELN decirnos cuales son sus propuestas y sus posturas. Sabemos que las FARC defendieron casi nada en su proceso de negociación. Luego de desmovilizarse defendieron menos. En su paso por el Congreso el único hecho notorio es que Julián Gallo salvó la vida del ultra derechista Obdulio, luego de su infarto. Flaco favor. No serán recordados por más. En eso no están solos. No hay ni un solo ejemplo de una organización armada que se desmovilizó y salió del proceso defendiendo las mismas banderas por las cuales lucharon. Ni una, en ninguna parte del mundo.
Así, las posturas políticas no se defienden al final del proceso, sino antes y durante ese proceso. No está claro cuáles son los principios programáticos hoy en día del ELN, si los han cambiado o modificado de alguna manera. Por supuesto el ELN no va a negociar una reforma agraria con el Estado. El Estado negocia con un enemigo que no tiene la capacidad de tomar el poder, ni militar ni políticamente. La cuestión es que es lo que defiende y que podemos esperar de ellos luego de firmar un acuerdo. Si regresan al monte y a la guerra es aún más importante saber cuáles son esas banderas. Van a matar a gente, ellos mismos van a morir y caer presos y en ese caso es más importante todavía saber cuáles son sus posturas, pues a pesar de querer un proceso más abierto y a pesar de la participación social en el proceso, nada de eso está claro. La participación de la sociedad en el proceso parece ser una réplica de algunas movilizaciones de organizaciones campesinas. Más de una vez se han movilizado por demandas políticas como la revisión de los TLC, y cada comunidad termina negociando proyectos.[6] En este proceso con el ELN parece que ocurre algo parecido. Según Javier Giraldo S.J.
Avanzaron en ese punto de la participación de la sociedad, y salió un documento bueno. Pero también he sido crítico con ellos, ya que, en lugar de reunir a la gente en una asamblea para que lleguen con una lista de mercado—diciendo que quieren un aeropuerto en tal parte o una carretera—les he aconsejado que recojan las cinco necesidades básicas de la gente: alimentación, vivienda, trabajo, salud y educación, y que lancen ese desafío al país para que ningún colombiano se quede sin eso. Con eso solo bastaría para lograr una transformación nacional.[7]
El documento de la participación de la sociedad es más amplio que una lista de mercado y sí tiene puntos interesantes sobre el régimen político etc. ¿Hasta qué punto se implementa?
Lo que se discute con el Estado en este momento no puede ser el principio y fin de sus demandas. Aunque sus posturas políticas no son realizables ni por la guerra ni por el diálogo, no por eso se deben abandonar, ¿o acaso termina la lucha política una vez terminado este proceso? Es lo que pasó con las FARC que ya apenas luchan para administrar primeros auxilios en el Congreso pero no tienen ni una postura política siquiera de izquierdas, ni hablar de revolucionaria. Sería muy interesante saber con claridad que defiende el ELN ideológicamente y que es lo que proponen. Hoy por hoy no es un punto central de las discusiones con ellos. Cuando el atentado, nadie dijo “allí termina la discusión sobre reforma agraria” “el debate sobre los recursos naturales quedó truncado” todos se concentraban en el único punto que forma parte del debate público; el fin o la continuación de su lucha armada. Luego de 60 años, eso es deprimente.
[1] FARC-EP (1993) Programa Agrario de los guerrilleros de las FARC-EP. https://www.archivochile.com/
[2] Ó Loingsigh, G. (20/07/2017) La concentración de la tierra en Colombia. https://rebelion.org/la-
[3] ELN (1965) Programa de Simacota del ELN https://eln-voces.net/?p=5890
[4] Gaudiem et spes Numeral 71 https://www.vatican.va/
[5] ELN (1965) Op. Cit.
[6] Ó Loingsigh, G. (12/06/2016) El Paro Agrario y La Paz. https://www.academia.edu/
[7] Revista Raya (01/10/2024) "Estamos frente a una plataforma socio estatal de exterminio impune". María Fernanda Padilla Quevedo. https://revistaraya.com/
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