¿Cuán excepcional es el terror israelí?


| Por: Gearóid Ó Loingsigh 

 

El genocidio actual en Gaza, en algunos aspectos, está sin precedentes. La tecnología moderna ha facilitado la transmisión de múltiples crímenes de guerra, como el asesinato de periodistas, ataques a hospitales y es el primer genocidio en el mundo grabado y transmitido casi en vivo, tanto por los verdugos como por las víctimas.

 

Vemos todos los días videos de bombardeos, niños decapitados, hospitales en ruinas y los soldados israelís graban sus crímenes y los suben al internet. Eso es casi excepcional, aunque algo parecido hizo el gobierno de Sri Lanka en 2009 contra los tamiles,[1] pero nadie lo llamó genocidio en ese momento, aunque creo que, a la luz de la Convención sobre el Genocidio, se puede catalogar fácilmente como tal. La Convención es clara sobre lo que constituye el genocidio.

 

En la presente Convención, se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal:

 

  a) Matanza de miembros del grupo;

  b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo;

  c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial;

  d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo;

  e) Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.[2]

 

La actual violencia sionista no es tan excepcional en el mundo, ni siquiera en la historia de Israel mismo. Al final de la segunda guerra mundial cuando hicieron públicos grabaciones, artículos, fotos y más demostrando la barbarie nazi contra los judíos, gitanos, homosexuales e izquierdistas, los Aliados convocaron el Tribunal de Nuremberg y juzgaron a algunos nazis, pero ni de lejos todos. No demoraron nada en salir voces negacionistas afirmando que todo era un montaje. Alemania prohibió el negacionismo y lo tipificó como delito penal. Los demás países simplemente suprimieron cualquier debate sobre el holocausto nazi. Pero no sólo negaron debatir con negacionistas, sino se negaron a discutir que es lo ocurrió y quiénes eran los responsables. Pues obvio, los militantes del partido nazi, pero ¿quién más? En la práctica esta falta de debate dio borrón y cuenta nueva a muchas empresas, entre ellas empresas alemanas como Hugo Boss, Krupps y Siemens cuyos productos adornan casi todas las casas del mundo. No eran simplemente empresas que colaboraban con los nazis, sino que muchas eran empresas de militantes nazis. 

 

Pero también se esquivó un debate sobre las empresas extranjeras. Coca Cola era la bebida preferida de los nazis. La empresa tenía fábricas en el país y producía publicidad con esvásticas, pues el jefe de la empresa en Alemania Max Keith era un colaborador nazi. De hecho, tan estrecha la relación que una de las marcas más conocidas de la empresa es Fanta, inventada en la Alemania nazi durante la guerra y suministrada al ejército nazi.[3] Tampoco se habló mucho del papel de IBM en el funcionamiento de los campos donde perecieron millones. En ese entonces, no existía el computador.

 

No obstante, otro invento sí existía: la tarjeta perforada y el sistema de clasificación de tarjetas de IBM, precursor del ordenador. A través de su filial alemana, IBM transformó el programa de aniquilación de judíos de Hitler en una misión tecnológica que la empresa llevó a cabo con un éxito espeluznante. IBM de Alemania, con su propio personal y equipo, diseñó, ejecutó y proporcionó la asistencia tecnológica que necesitaba el Tercer Reich de Hitler para lograr algo jamás hecho hasta entonces: automatizar la destrucción humana. Se despacharon más de 2000 equipos de máquinas múltiples a través de Alemania, y miles más a través de la Europa dominada por Hitler.[4]

 

Por supuesto, no juzgaron a ningún directivo de IBM en Nuremberg. Empresas como Porsche, Siemens y Krupps volvieron a ser las poderosas empresas que eran antes de la guerra.[5] Y Hugo Boss, quien vistió a los nazis con esos uniformes tan elegantes nunca fue perseguido. BMW, IG Farben (el proveedor del gas Zyklon B), Porsche y otras empresas siguen funcionando, aunque en el caso de IG Farben dividieron la empresa en varias partes (Agfa, BASF, Bayer, Hoechst). No les tocaron porque no querían poner al capitalismo en el banquillo. Los altos directivos no fueron a parar a la cárcel. Después de Gaza tampoco querrán poner al capitalismo en el banquillo, por lo menos en Nuremberg juzgaron a algunos altos mandos políticos y militares.

 

No es que no fueran conscientes de lo que ocurrió, la Convención sobre Genocidio contempla la complicidad en el genocidio y también el actuar de individuos privados, y no sólo funcionarios de estado. Pero realmente no querían discutir el genocidio de los judíos y cómo funcionó. Eso se ve en los genocidios posteriores.  Quedamos con la imagen de lo que es un genocidio, Made in Hollywood. El discurso público no se profundizó más y también la imagen que tenemos de crímenes de guerra es la del cine americano y algunas de sus imitaciones europeas.

 

Hace poco, un periodista francés, Jean-Michel Aphatie, renunció a su puesto de trabajo luego de comparar a los franceses en Argelia con los nazis. Afirmó

 

Cada año, en Francia, conmemoramos lo que sucedió en Oradour-sur-glane, es decir, la masacre de toda una aldea. Pero hicimos cientos de ellos en Argelia. ¿Somos conscientes de ello?[6]

 

Le preguntaron si los franceses se comportaron como los nazis y respondió “Los nazis se comportaron como nosotros”. Provocó un escándalo en Francia. Pero se calcula que hasta 10 millones de personas murieron durante la conquista y dominio francés. Respecto a la guerra de independencia las cifras oficiales en Argelia hablan de 1,5 millones de personas, cálculos más conservadores arrojan una cifra de 350.000 a 400.000 y de eso 150.000 eran combatientes y los demás civiles.[7] Aun si aceptamos la cifra más baja, está claro que hablamos de múltiples crímenes de guerra, por lo menos, y quizás un genocidio.

 

Lo que sí está claro es que los franceses no tienen la más mínima idea de su propio pasado. Pero no están solos, los británicos también ven a su imperio y todo lo que hizo de color rosado.[8] Después de la guerra, el imperio británico suprimió con violencia la revuelta Mau Mau en Kenia (1952-1961). No existen cifras claras ni oficiales sobre la ola de violencia desatada por los británicos en Kenia. Caroline Elkins en su libro Imperial Reckoning explica que como ocurrió con los judíos a nadie le interesaba la suerte de los Mau Mau y uno de los pocos abogados que sí se preocupó por ellos calculó el número de muertos en varios centenares de miles de personas, describiéndolo como una limpieza étnica.[9] El genocidio en Kenia incluía la deportación masiva de más de 100.000 personas y el encarcelamiento de entre 160.000 y 300.000 personas,[10] y en los “pueblos” que los británicos organizaron encerraron a casi 1,5 millones de personas, casi la totalidad de la población Kikuyu de Kenia, la etnia que se sublevó en la rebelión Mau Mau.[11]

 

En 1965 Suharto tomó control de Indonesia, hasta un millón de personas fueron asesinados en el golpe de estado. Sin embargo, Suharto era uno de los hijos predilectos de los bancos y corporaciones occidentales. En 1975, invadió a Timor Oriental asesinando a 200.000 personas, la tercera parte de la población. Thatcher lo describió como un gran amigo. Lo que estaba en juego eran los recursos naturales del país, y no importaba lo que hiciera. El Banco Mundial lo describió como un alumno modelo.[12]

 

Estos son apenas unos ejemplos, hay muchos más. Un artículo que abarcara a todos los genocidios y crímenes de guerra del siglo XX y XXI sería interminable, se convertiría no en un libro sino en una biblioteca completa. El genocidio nazi, ni siquiera fue el primero. Entre 1904 y 1908 los alemanes cometieron un genocidio en Namibia con campos de concentración incluidos. Asesinaron a decenas de miles de personas y de forma macabra enviaron sus calaveras a Alemania. Nunca han reconocido sus crímenes.[13] En Alemania es un delito negar el holocausto judío, pero es casi obligatorio negar o por lo menos olvidar todos los demás genocidios y crímenes.

 

Entre los olvidados también se encuentra el genocidio en Congo donde 10 millones de personas fueron asesinados en las caucharías por los belgas o el genocidio en Armenia en que fueron asesinados entre 600.000 y 1,5 millones de personas por los turcos. Es delito pena en Turquía reconocer ese genocidio.

 

Así, volviendo a la pregunta titular respecto a cuán excepcional es el terror israelí, sus crímenes de guerra, y su genocidio. La triste respuesta es que no tiene nada de excepcional. Es chocante escuchar los relatos, ver los videos y fotos de niños despedazados, escuchar a voceros israelíes describir a los palestinos como Untermenschen, (infrahumanos) ratas y alimañas haciendo eco del mismo lenguaje de Hitler y los nazis.

 

No hay ni un solo miembro del gabinete israelí o el estado mayor de sus fuerzas militares quien no es un criminal de guerra y un criminal de lesa humanidad. Todos sin excepciones lo son y merecen un juicio al estilo Nuremberg con las mismas consecuencias y condenas emitidas contra los nazis, bien sea morir en el patíbulo o condena perpetua. Pero un juicio estilo Nuremberg nos presenta una vez más con el mismo problema que enfrentaron los fiscales aliados. Teniendo en cuenta el suministro de armas, el apoyo político y logístico que los sionistas han recibido de casi todos los gobiernos europeos y empresas, además del apoyo por parte de los EE.UU, no se puede juzgar a los colaboradores del genocidio en Gaza sin poner al capitalismo en el banquillo.

 

Lo que ocurre en Palestina es horrífico, desgarrador, pero no es excepcional, en el sentido de que no es algo fuera de lo común sino es una parte integral de la política europea y gringa en el mundo árabe y en particular Palestina. No existe una condena moral o jurídica que no incluye una condena al sistema que lo hizo posible y necesario desde su punto de vista. No habrá justicia para Palestina sin juzgar y encarcelar o ahorcar a los autores materiales e intelectuales del genocidio y sus cómplices occidentales. Aunque realmente Biden, Harris, Trump, Starmer y Macron etc, no son cómplices propiamente dicho, sino actores directos en el genocidio. Los directores de las empresas que suministraron Israel con armas como BAE, Boeing, Elbit, Ford entre otros,[14] sí son cómplices. Y los bancos que compraron bonos son cómplices, entre ellos Goldman Sachs, BNP Paribas, Banco Central de Irlanda y para sorpresa de nadie Deutsche Bank de Alemania.[15] Deben ser juzgados como tal, como los modernos Krupps.

 

En Nuremberg no querían juzgar al capitalismo y por eso el capitalismo repitió una y otra vez las mismas políticas genocidas. No tenemos el lujo de repetir ese error. Es poco probable que las instituciones, bien sean la Corte Internacional de Justicia u otra entidad como la CPI juzgue al sistema, pero nosotros debemos en todo momento y no esperar hasta el final del genocidio para señalar el problema de fondo. La liberación de Palestina pasa por Jordania y demás países árabes, pero también pasa por derrotar al imperialismo y el sistema capitalista en sí. El enemigo de los palestinos es el enemigo de todos y también se encuentra en todos lados, Londres, París, Dublín, Washington, Riad etc.



[3] Véase Capítulo 13 de Pendergrast, M. (2013) For God, Country & Coca Cola. New York. Basic Books.

[4] Black. E. (2001) IBM y el Holocausto. Argentina. Atlántida Editorial.  Paras 10.10

[5] Boston Review (22/03/2021) The Other Nuremberg Trials, Seventy-Five Years on. Erica X. Eisen. https://www.bostonreview.net/articles/erica-x-eisen-nuremberg/

[6] TV Bus (05/02/2025) Jean-Michel Aphatie retirado temporalmente por RTL después de sus comentarios sobre Argelia y Oradour-sur-glane. https://www.tvbus.tv/jean-michel-aphatie-retirado-temporalmente-por-rtl-despues-de-sus-comentarios-sobre-argelia-y-oradour-sur-glane/

[7] Vince, N. (2020) The Algerian War, The Algerian Revolution. London. Palgrave MacMillan. P.2

[8] The Independent (11/03/2020) Britain misses its empire more than other major post-colonial powers, poll finds.  Andy Gregory. https://www.independent.co.uk/news/uk/home-news/british-empire-colonialism-slavery-yougov-poll-nationalism-brexit-a9393486.html

 

[9] Elkins, C. (2005) Imperial Reckoning: The Untold Story of Britain’s Gulag in Kenya. New York. Henry Holt Press paras12.91

[10]  Ibíd., para 6.10

[11] Ibíd.,para 6.11

[12] The Guardian (28/01/2008) Our model dictator. John Pilger. https://www.theguardian.com/commentisfree/2008/jan/28/indonesia.world

[13] The Guardian (22/03/2023) ‘Most are unware’: film highlights Germany’s genocidal past in Namibia. Kate Connolly. https://www.theguardian.com/world/2023/mar/22/most-are-unaware-film-highlights-germanys-genocidal-past-in-namibia

[14] AFSC (s/f) C­o­m­p­a­n­i­e­s P­r­o­f­i­t­i­n­g f­r­o­m t­h­e G­a­z­a G­e­n­o­c­i­d­e. https://afsc.org/gaza-genocide-companies

[15] Pax for Peace (2025) Seven underwriters of “war bonds” instrumental in enabling Israel’s assault on Gaza, new research finds https://paxforpeace.nl/wp-content/uploads/sites/2/2025/02/Israeli-War-Bonds-Press-Release-Final.pdf


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